martes, 17 de noviembre de 2015

No todo es como se quiere.

Dulce era una adorable hada que vivía en una casa de acogida en Lamu (Kenia). No conocía otro lugar que no fuera ese porque su madre no podía hacerse cargo de ella y la dejo en esa casa cuando apenas tenía pocos días.

Cada dos semanas, varias familias de hadas de diferentes lugares acudían a la casa de acogida para apadrinar a las hadas e intentar darles una vida mejor. El mayor deseo de la pequeña Dulce era tener una madre que la pudiera dar ese cariño que nunca había tenido. Por suerte, Carmen apareció en la vida de Dulce.


Carmen era un hada madrina bastante adinerada. Tenía un hijo de 8 años llamado Mario. Al llegar a la casa de acogida, Carmen y su marido se encariñaron rápidamente de Dulce y decidieron acogerla y ser sus padres adoptivos.
Dulce tenía 3 años y no la hizo mucha gracia tener que dejar la casa de acogida y a sus amigos, pero al llegar a España rápidamente se acomodó a la nueva casa y a su nueva familia. Ahora ya no tenía que compartir habitación o pasar hambre porque Carmen la había preparado una habitación preciosa llena de juguetes y siempre la daba todos los caprichos que ella pedía.

Todo parecía muy feliz menos para Mario que no podía evitar tener celos de Dulce porque desde que había llegado a la casa todos los caprichos y toda la atención era para ella y él ya no era el niño de la casa sino que se había hecho mayor de un día para otro y ya no tenía tanta atención por parte de sus padres como antes estaba acostumbrado. Un día aprovechando que su madre estaba en el salón, decidió entrar en la habitación de Dulce y tirar todos los juguetes por la ventana de la casa, también aprovechó para cortarla las alas a su hermana. Debido al escándalo que se había producido con la caída de juguetes la madre subió rápidamente a la habitación y allí vio como Mario le estaba cortando las alas, rápidamente lo castigó en su habitación. Afortunadamente las alas de Dulce volvieron a crecer con el tiempo.

Fueron pasaron los años y Dulce ya era una más de la familia, ahora tenía 13 años y su hermano 18.  Durante todo ese tiempo los hermanos nunca se habían llevado bien y Mario nunca había querido a su hermana, siempre que podía aprovechaba para hacerla la vida imposible.
Dulce siempre se fijaba en sus primos y sus amigos y envidiaba mucho la relación que tenía con sus hermanos, por más que intentaba buscar soluciones nunca conseguía un  acercamiento con su hermano. Se acercaba el cumpleaños de Mario y Dulce como sorpresa decidió regalarle una tarta con un sobre, en el sobre ponía: ¨te quiero y quiero que seas mi hermano¨. Mario, cogió el sobre y lo rompió y tiró la tarta a la basura, desde aquel momento, Dulce dejó de intentar tener una buena relación con su hermano.

Con el tiempo, ambos hermanos perdieron la relación, Dulce encontró el amor de su vida y se fue a vivir con él, parecía que la vida de Dulce iba siendo cada vez mejor hasta que poco tiempo después los padres fallecieron. A pesar de ello, Dulce tenía un gran apoyo en su familia y en su marido y entendía que por mucho que la doliera tenía que seguir viviendo e intentar seguir siendo feliz, deseo que consiguió cuando fue mama y tuvo unos preciosos hijos que la llenaron la vida de felicidad.

Mientras tanto, por otro lado, el fallecimiento de los padres afectó mucho a Mario porque estaba solo y no tenía a nadie en quien apoyarse porque debido a la envidia que siempre tenía de todos se había alejado y no tenía a nadie a su alrededor. Mario decidió llamar a Dulce para pedirla perdón y decirla que él también la necesitaba como hermana. Tras hablar durante horas, ambos se dieron un gran abrazo. Unos días después Mario se iría a vivir a la casa de su hermana para conseguir ser una familia feliz.

Jennifer Andrés Acebrón.

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